Cuando queremos decir algo, pocas veces nos detenemos a pensar en el efecto que tendrán nuestras palabras en quien tiene la intención de escucharnos, y es muy probable que sea ahí donde comienzan los problemas más insignificantes o más importantes de las relaciones humanas, así que esta vez les invito a detenerse antes de hablar y leer esta información que les garantizo será generadora de mucho bienestar al ponerla en práctica. Aprenderemos a lograr una armonía entre las emociones y la comunicación.

Entendiendo las emociones y la comunicación

Comunicar viene del latín “comunicare”, es una acción que va mas allá de las palabras y los sonidos, esto se debe a que lo que realmente hacemos al comunicar es crear conexión emocional entre quienes intervienen en el proceso. Esta conexión que surge de quien da inicio a la conversación y viene cargada de la estructura emocional con la cual nos presentamos en el momento de querer decir algo, de allí que sea tan importante tener muy claro si queremos o no lograr una conexión en las emociones y la comunicación que resulte positiva para todas las partes.

Por otro lado, es importante mencionar los componentes de la comunicación: la comunicación verbal y la comunicación no verbal y aunque parezca de interés únicamente para quienes se dedican de manera profesional a escribir o a hablar, conocer estos detalles puede llevarnos a transformar nuestra vida e incluso la de nuestra familia

La palabra por sí sola puede decirnos mucho, pero los gestos, el tono de la voz, la mirada, nos dicen más que mil palabras y esto sucede por la sencilla razón de que nuestro cerebro emocional es más rápido que el racional, es decir, intuimos las emociones y conectamos con ellas mucho más rápido y fácil que con las palabras.

Es por ello, que con solo escuchar el tono de voz de quien nos habla es posible más o menos, identificar su estado de ánimo en el momento, aunque no conozcamos las razones de lo que le sucede.

Las emociones se contagian

Con toda esta información, no es raro suponer entonces, que las emociones son contagiosas, incluso más que cualquier virus. Como la comunicación es un proceso básicamente bidireccional, los cerebros emocionales de quienes intervienen en el proceso se están conectando de manera rápida. Muchas veces intentamos disimular, pero este esfuerzo se pierde, porque nuestro proceso no verbal nos delata por encima de lo que decimos.

Cuando entendemos el impacto de todo lo que implica la comunicación no verbal, es muy probable que el mensaje que nos animamos a transmitir llegue de forma clara, sencilla, limpia y coherente ante el otro, lo que finalmente se convierte en una mejora notable de las relaciones.

“Cuando se habla no solo se transmiten ideas y conocimientos, también se transmiten emociones y experiencias”.


Rosina Peñaranda.

Importancia de la gestión emocional

Al referirme al término gestión emocional, me responsabilizo en afirmar que es posible hacer un buen uso de nuestras emociones para poder llevar al otro el mensaje de la manera que queremos, por su puesto, todo parte de la emoción que sostiene detrás quien comienza el proceso comunicativo, si desea lograr un efecto positivo entonces le será posible archivar por un momento sus emociones negativas para que no influyan en lo que dice y así lograr el objetivo.

Cuando se sabe gestionar las emociones, se entiende que más adelante existirá la oportunidad o momento adecuado para poder mostrar esa emoción y que no opaque la idea y mucho menos deteriore la relación. Si no logramos hacer una buena gestión de las emociones surgen resultados como este: “todo lo que dicen es en contra de mí”, lo que lógicamente comienza a resquebrajar una relación.

¿Qué son las emociones?

Desde el punto de vista más básico, según Meyer, son las respuestas a un estímulo, y tienen tres componentes básicos que son: fisiológico, cognitivo y conductual. Su función principal es el equilibrio y la supervivencia frente al entorno; también en el ámbito cognitivo estas nos ayudan a fijar de manera más fácil el aprendizaje, la memoria y la percepción social.

Un ejemplo muy claro de cómo pueden ayudarnos las emociones, incluso cuando parecen “negativas” es cuando sentimos miedo. El miedo (a través de temblores en las manos, por ejemplo) nos muestra el peligro al que posiblemente estamos expuestos haciendo referencia a un recuerdo del pasado donde estuvimos experimentando una situación similar, lo que nos lleva a tomar precaución y ciertas decisiones que podrían salvar nuestra vida o integridad.

Gracias al párrafo anterior es posible detectar cómo los componentes de las emociones están presentes: vemos como lo fisiológico se expresa a través de temblores, lo cognitivo a través de la memoria y lo conductual a través de la toma de decisiones, como por ejemplo huir del sitio.

Al final del proceso comunicativo todos estos elementos influyen en nuestra interpretación de lo que está sucediendo.

Clasificación de las Emociones

Las emociones se clasifican en Primarias o Básicas: tristeza, miedo, felicidad, sorpresa, asco, ira y rabia. De esas básicas se desprenden las Secundarias, por ejemplo: sentir tristeza por un tiempo prologado nos puede llevar a la depresión, que sería la emoción secundaria.

Las emociones también pueden ser clasificarlas como positivas o saludables y como negativas o tóxicas, sin embargo, esto dependerá de si la emoción favorece o no a la experiencia de la persona (su bienestar, su manera de pensar, de actuar). Por lo que podemos concluir que no hay emociones positivas o negativas, malas o buenas, todo dependen del significado que la persona le dé a través de su vivencia y sus creencias.

Un ejemplo de ello se puede tomar del anterior, el miedo se convierte en una emoción positiva porque nos protegió de un mal mayor y, por lo tanto, al final de la experiencia nuestra sensación es de alivio.

Por otra parte, es importante mencionar que las emociones “negativas” no son perjudiciales cuando se experimentan en baja intensidad.

Una vez más, encontramos razones para aprender a gestionar nuestras emociones.

También existen las emociones sociales; éstas son las que experimentamos por compartir alguna vivencia con otra persona, por ejemplo, el amor de pareja se da gracias a que existe el otro y mi relación con él o ella, así como el orgullo o la admiración.

Hasta ahora hemos entrado en contexto para entender algunos términos sobre las emociones y la comunicación. La próxima entrada de mi blog será la PARTE 2 de este artículo. Mantente atento a través de mis redes sociales de Facebook e Instagram para conocer más información y la fecha de publicación.